El Programa Ruk'u'x Ya' ha implementado sanitarios específicos en los colegios para que las niñas se sientan cómodas y seguras cuando tienen la menstruación, además de poner en marcha una importante labor de sensibilización al alumnado, a las familias y al claustro escolar.
Al principio, las risas, los cuchicheos y las miradas entre compañeras son lo habitual cuando en clase se comienza a hablar de la menstruación. Sin embargo, la atención y el interés crecen rápidamente, puesto que el tema es habitualmente tabú y existen numerosos mitos en torno a él, especialmente en las comunidades más rurales y alejadas, tal y como explica Lina Morales, coordinadora de género y protección de Acción contra el Hambre para Centroamérica.
“En ocasiones, las niñas dejan de asistir al colegio porque piensan que es algo sucio o que los demás se van a burlar; y a ello se suma el hecho de que los centros educativos no siempre tienen las instalaciones adecuadas ni los insumos básicos para garantizar una correcta gestión menstrual”, señala Morales.
Precisamente, con el fin de disminuir el absentismo y conseguir que las niñas se sientan cómodas y seguras cuando tienen la menstruación, el programa Ruk’u’x Ya’, financiado por el Fondo del Agua de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) e implementado por ACH y Helvetas en Sololá, Guatemala, ha incorporado entre sus acciones un importante trabajo para abordar la higiene y la salud menstrual en los centros educativos en los que ha intervenido, cerca de 80 en total.
Entre otras acciones, el programa tenía previsto construir o remodelar las instalaciones sanitarias de estos centros escolares con el objetivo de contribuir a la reducción de las enfermedades en la población infantil. Aprovechando esta intervención, y gracias a que el programa contó desde el principio con un claro enfoque de género, se trabajó además para incorporar en cada escuela un servicio sanitario exclusivo para la gestión de la higiene menstrual. Este incluía un lavamanos (junto al propio inodoro, sin necesidad de salir del habitáculo), papelera, jabón, papel y productos menstruales. Además, la iniciativa ha ido acompañada de una importante labor de sensibilización dirigida a las alumnas y alumnos (con sesiones independientes para ambos y otras, en conjunto); al profesorado y a las direcciones de los centros, con el objetivo de asegurar la sostenibilidad del programa, y a las madres y padres de familia.
En las sesiones de sensibilización se trabajó especialmente para que las niñas no vivan este proceso como algo vergonzoso o de lo que sentir miedo, sino como un proceso natural y saludable, tal y como explica Diana Ventura, técnica de salud e higiene del programa, que realizó el seguimiento del mismo.
Todo ello, explica Ventura, se hizo de forma alineada con la Estrategia de Escuelas Saludables de Guatemala, y formó parte de la campaña La higiene es salud, a través de la cual se editaron folletos, se emitieron spots radiofónicos en los cuatro idiomas de la zona, y se trabajó de forma coordinada con otras instituciones como las Oficinas Municipales de Agua o la organización Days for Girls Guatemala, que donó productos menstruales reutilizables que se sortearon entre las niñas.