Marina Gutiérrez Reyes, del Caserío de La Palmilla, aldea Talquezal, Jocotán es una promotora agrícola que forma parte del proyecto “Promoviendo el desarrollo rural para familias campesinas en Chiquimula, Guatemala”, que tiene el objetivo de contribuir al desarrollo de las familias más vulnerables a la inseguridad alimentaria y nutricional en los municipios del departamento de Chiquimula, y que cuenta con el apoyo de Fundación LAVAZZA.
Gracias a su participación en el proyecto, Marina ha conseguido hacer crecer su huerto mediante una diversificación de los cultivos, para que pueda servir de alimento a su familia en el día a día, pero también para vender una parte y tener un ingreso extra.
“Acción Contra el Hambre nos ha ayudado con herramientas para trabajar en el huerto, con semillas de hortalizas para sembrar. Vinieron a enseñarnos cómo preparar el suelo para sembrar, y también nos han apoyado en las tareas para abonar, cuenta Marina.
La situación en casa de esta beneficiaria es delicada, porque es madre soltera de tres hijos. “Es difícil porque trabajo, dejo comida hecha para mis hijos y me voy a trabajar al campo ya que tengo que conseguir comida para mantener a mis hijos”, explica.
Además de aumentar la variedad en la dieta de la familia, el huerto es de gran utilidad ya que, como explica Marina “me ayuda, porque cuando siembro hortalizas de rábano o cebolla cualquier vecino viene a comprar, y yo empleo ese dinero en adquirir azúcar y jabón y otro tipo de alimento para los niños”.
La asistencia técnica que se les proporciona a los beneficiarios del proyecto incluye visitas a domicilio y sesiones de capacitación sobre prácticas agroecológicas para la producción de traspatio. Para Marina “es una gran ayuda porque si nadie viene a enseñarle a uno cómo trabajar, los hijos están desnutridos. Por la gracia de Dios mis hijos nunca han estado desnutridos, porque siempre he trabajado para salir adelante”.
Además de las hortalizas, el próximo paso en el proyecto es la siembra de árboles frutales. “Hace unos meses vinieron los ingenieros de Acción Contra el Hambre y nos preguntaron si estábamos dispuestos a trabajar con árboles frutales. Nos dijeron que podríamos escoger los que quisiéramos así que yo pedí quince árboles en total de mango, aguacate, jocote, limón. Ya hice los agujeros como nos indicaron, ahora solo estamos esperando a recibirlos para poder plantarlos”, cuenta la beneficiaria.